FAIRFIELD COUNTY, CONNECTICUT – Hemos hecho un progreso extraordinario en nuestra lucha contra la pandemia del COVID-19 desde los días oscuros de 2020. Sin embargo, en muchos sentidos, volvemos a estar en el casillero número uno. Prácticamente no existen precauciones de salud pública en gran parte del mundo, y las vacunas y medicamentos actuales no pueden ni prevenir ni tratar infecciones de manera efectiva en amplios sectores de la población.
No nos equivoquemos: el COVID-19 sigue planteando un peligro claro y presente. La investigación demuestra que dos o más reinfecciones de COVID-19 duplican el riesgo de muerte y la posibilidad de tener coágulos sanguíneos y afecciones pulmonares, entre otras consecuencias sanitarias negativas. Se ha determinado que el riesgo de episodios cardiovascularesaumenta el 4,5% hasta 12 meses después de una infección, más allá de la edad, la raza, el sexo, la obesidad, el tabaquismo u otros factores.
Casi uno de cada cinco norteamericanos hoy reportan síntomas persistentes de COVID largo, e investigaciones recientes calculan que unos cuatro millones de personas con la enfermedad no pueden trabajar. No se puede subestimar el impacto social y económico de largo plazo de las reinfecciones continuas.
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Despite the dire predictions that have accompanied the decline of global governance, less international cooperation does not necessarily mean disaster. In fact, national governments can prioritize domestic prosperity and social cohesion over multilateralism without harming the global economy.
explains how countries can help the global economy by pursuing their own economic-policy agendas.
Although Russia's war in Ukraine has galvanized Polish society and elevated the country's status internationally, it is also obscuring some deeply troubling domestic political developments. Whether liberal democracy will prevail over reactionary authoritarianism in Poland is now an open question.
about recent domestic and geopolitical developments that will shape the country's future.
FAIRFIELD COUNTY, CONNECTICUT – Hemos hecho un progreso extraordinario en nuestra lucha contra la pandemia del COVID-19 desde los días oscuros de 2020. Sin embargo, en muchos sentidos, volvemos a estar en el casillero número uno. Prácticamente no existen precauciones de salud pública en gran parte del mundo, y las vacunas y medicamentos actuales no pueden ni prevenir ni tratar infecciones de manera efectiva en amplios sectores de la población.
No nos equivoquemos: el COVID-19 sigue planteando un peligro claro y presente. La investigación demuestra que dos o más reinfecciones de COVID-19 duplican el riesgo de muerte y la posibilidad de tener coágulos sanguíneos y afecciones pulmonares, entre otras consecuencias sanitarias negativas. Se ha determinado que el riesgo de episodios cardiovasculares aumenta el 4,5% hasta 12 meses después de una infección, más allá de la edad, la raza, el sexo, la obesidad, el tabaquismo u otros factores.
Casi uno de cada cinco norteamericanos hoy reportan síntomas persistentes de COVID largo, e investigaciones recientes calculan que unos cuatro millones de personas con la enfermedad no pueden trabajar. No se puede subestimar el impacto social y económico de largo plazo de las reinfecciones continuas.
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