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El peso de la deuda africana con China

LONDRES – La pandemia pone a los países pobres con grandes cargas de deuda ante un dilema terrible. El primer ministro etíope Abiy Ahmed, Premio Nobel de la Paz, lamentaba el pasado abril que los gobiernos se hayan visto obligados a elegir entre destinar recursos al pago de deudas o redirigirlos a salvar vidas y proteger las economías. Aquellos que eligen lo segundo, suelen ser responsables ante China, el mayor prestamista bilateral de África.

Según Ahmed, una moratoria al pago de la deuda era esencial para que Etiopía (uno de los países más pobres del mundo) pudiera responder a la COVID‑19, ya que le permitiría ahorrar 1700 millones de dólares entre abril de 2020 y fin de año, y 3500 millones si la moratoria se extendía hasta el final de 2022. También señaló que una respuesta eficaz a la pandemia costaría 3000 millones de dólares.

De hecho, hubo otro país que (al menos por ahora) se salvó gracias a una moratoria de deuda. Angola se hallaba (junto con Chad, la República del Congo, Mauritania y Sudán) bajo intensa presión financiera por el derrumbe de precios de las materias primas causado por la crisis de la COVID‑19. Pero en septiembre, llegó a un acuerdo con tres de sus principales acreedores (entre ellos el Banco Chino de Desarrollo (CDB, al que Angola debe 14 500 millones de dólares) y el Banco Chino de Exportación e Importación (EximBank, 5000 millones) que le permite recibir un alivio de deuda de 6200 millones de dólares en los próximos tres años.

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