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Cuando los virus se vuelven politicos

OXFORD – Antes de que el coronavirus se tomara las noticias, un informe de la Organización Mundial de la Salud advertía que el mundo no estaba preparado para una “pandemia respiratoria virulenta y de rápida propagación” que podría matar entre 50 y 80 millones de personas, causar pánico e inestabilidad y afectar seriamente el comercio y lo economía mundial. La experiencia de los últimos 200 años ha demostrado que solo si los gobiernos toman medidas coordinadas entre sí se puede responder con eficacia a una pandemia así, e incluso entonces, solo con la confianza y el apoyo de sus ciudadanos. Esto apunta a tres retos que enfrentan los líderes políticos en la lucha contra el nuevo coronavirus, conocido ahora como COVID-19.

El primer reto es que los políticos tienen que optar entre parecer decididos o adoptar medidas basadas en la ciencia que exigen detalladas explicaciones a un público escéptico. Por ejemplo, en varios países como India, Nigeria, Japón y Estados Unidos se han instituido controles de temperatura altamente visibles para todos los pasajeros que lleguen a sus aeropuertos. Pero los viajeros con fiebre pueden ocultarla usando medicamentos antipiréticos. Más aún, los investigadores chinos sospechan que el COVID-19 es contagioso hasta 24 días después de que su portador desarrolla fiebre. En consecuencia, el gobierno del Reino Unido está centrándose en informar a todos los pasajeros entrantes sobre qué hacer si sufren síntomas después de salir del aeropuerto.

Se han adoptado medidas más serias, como la prohibición por parte de la administración del Presidente estadounidense Donald Trump de entrada al país a todos los extranjeros que hayan estado en China en los últimos 14 días, a menos que sean parientes inmediatos de ciudadanos estadounidenses o residentes permanentes. Varios otros países han impuesto medidas similares, pero el efecto podría ser exactamente lo contrario al que se pretendía.

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