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¿De regreso a la Pequeña Inglaterra?

MILÁN – Los futuros historiadores pueden llegar a describir al Brexit como el momento definitorio de una ola nacionalista que arrasó el orden internacional liberal de posguerra. Sin embargo, su tarea se verá complicada por el hecho de que el Brexit no es, en verdad, una manifestación de nacionalismo británico. Por el contrario, es precisamente la falta de un nacionalismo británico apropiado lo que ha llevado al Reino Unido al borde de la desintegración.

A lo largo de los siglos, las identidades nacionales escocesa, galesa e irlandesa se han desarrollado como reacciones en contra del imperialismo inglés opresivo. Antes de crear un imperio de ultramar –primero en Norteamérica y el Caribe, luego en la India y el sudeste asiático-, los ingleses construyeron un imperio terrestre, expandiéndose desde el sur de las Islas Británicas hacia el noroeste. En consecuencia, mientras el “imperio exterior” permitía la convergencia de las diferentes identidades nacionales del Reino Unido en torno a una identidad británica común, el “imperio interior” era decididamente inglés.

Aun así, durante siglos, el Imperio Británico generó riqueza, suministró materias primas y creó oportunidades profesionales en todo el mundo para todos los habitantes de las Islas Británicas. Su misión “civilizadora” creó una sensación de sentido colectivo, así como un relato de progreso democrático y económico ininterrumpido.

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