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Brasil, entre la justicia y la democracia

CIUDAD DE MÉXICO – La próxima elección presidencial en Brasil –novena desde la restauración de la democracia en 1985– tendrá lugar en un contexto desolador, y no sólo por la reciente destrucción del Museo Nacional de Río de Janeiro en un incendio, ni tampoco por la incertidumbre de la recuperación económica. El proceso electoral está distorsionado por un sinfín de escándalos judiciales y de corrupción, y hay una creciente desconexión entre la justicia y la democracia.

La pregunta respecto de cuál de las dos prevalecerá ya ha tenido una respuesta parcial. En una de las derivaciones del escándalo de corrupción revelado por la operación Lava Jato –que desde su estallido en 2014 ha sacudido a la clase política, el empresariado y el sistema judicial de Brasil– el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva fue declarado culpable de corrupción. Mientras se tramita la apelación de la sentencia, Lula languidece en una celda de prisión, cumpliendo una condena a doce años.

Pero Lula (que sigue siendo el político más popular de Brasil) quiere presentarse a la presidencia. Este mes las autoridades electorales dictaminaron que no puede hacerlo, porque la ley brasileña de “ficha limpia” –promulgada por el mismo Lula durante su segundo mandato– prohíbe a personas con condena firme por corrupción candidatearse a cargos públicos. Un amplio sector de la población brasileña apoyó la decisión, para sacar a Lula de competencia.

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