J. Bradford DeLong, Professor of Economics at the University of California, Berkeley, is a research associate at the National Bureau of Economic Research and the author of Slouching Towards Utopia: An Economic History of the Twentieth Century (Basic Books, 2022). He was Deputy Assistant US Treasury Secretary during the Clinton Administration, where he was heavily involved in budget and trade negotiations. His role in designing the bailout of Mexico during the 1994 peso crisis placed him at the forefront of Latin America’s transformation into a region of open economies, and cemented his stature as a leading voice in economic-policy debates.
BERKELEY – Si se trata del Congreso de los Estados Unidos, nada nunca está acabado hasta que se acaba. Pero, estando a fines de julio, parece que dos leyes de peso pronto estarán listas para la firma del Presidente Joe Biden. La primera es la Ley de Creación de Incentivos Útiles para la Producción de Semiconductores (CHIPS, por sus siglas en inglés), que proporcionará decenas de miles de millones de dólares para fomentar la investigación y producción de semiconductores. La segunda es la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), una versión reducida de la fallida ley Build Back Better que, sin embargo, contempla fondos por cientos de miles de millones de dólares para promover la energía limpia e incentivar la descarbonización de la economía.
Juntas, estas dos leyes son más que suficientes para dar vuelta a la narrativa sobre los dos primeros años del mandato de Biden. Repentinamente, los logros legislativos de su administración han pasado de ser “desilusionantes” a “superar las expectativas”.
Hoy muchos votantes se han olvidado del Plan de Rescate Estadounidense de marzo de 2021, que cimentó una fuerte recuperación postpandémica y evitó que se repitiera la larga y desgastante semidepresión que marcó los años de Obama. Si bien muchos comentaristas han culpado a este plan por la mayor tasa de inflación actual, la verdad es que su contribución a ese problema fue pequeña. Los problemas de la cadena de suministro vinculados a la pandemia y la guerra de Rusia en Ucrania han hecho subir los precios en todo el mundo. Pero, yendo todavía más al punto, es mejor un alza temporal de la inflación que otra década de tibio crecimiento.
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