velasco135_Nancy LaneMediaNews GroupBoston Herald via Getty Images_bank run Nancy Lane/MediaNews Group/Boston Herald via Getty Images

Las reformas recientes no solucionan el problema real de los bancos

LONDRES – Los bancos pueden quebrar, y así suele suceder. No obstante, siempre que ello ocurre, pretendemos estar sorprendidos. Peor aún, buscamos villanos y culpables, incluso cuando no los hay. Especuladores amantes del riesgo, inversionistas codiciosos, reguladores que se han quedado dormidos: alguien tiene que ser el malo. Esto aplaca nuestro deseo de asignar culpas de carácter moral, pero no es una buena base para formular políticas.

La verdad es más simple y más inquietante. Los bancos son instituciones peculiares. Reciben depósitos que pueden ser retirados en cualquier momento, e invierten en préstamos y bonos que no pueden rescatarse con la misma rapidez, a menos que se incurra en pérdidas cuantiosas. Este mecanismo de “transformación de los vencimientos” tiene gran valor social: da a los emprendedores acceso a préstamos a largo plazo que son menos costosos que las alternativas porque se financian con depósitos a la vista que no pagan interés.

Es decir, los bancos no son vulnerables por error sino por diseño. Ningún banco tiene suficiente efectivo en su bóveda para satisfacer las demandas de todos sus depositantes. Cualquier banco –por muy conservadores que sean sus administradores y muy prudentes sus prácticas para otorgar préstamos– puede quebrar si todos sus depositantes deciden retirar sus fondos de manera simultánea. 

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