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La IA y el fin del trabajo

VIENA – La difusión de la inteligencia artificial por toda la economía presenta la posibilidad de —y, para muchos, el miedo a— que las máquinas eventualmente reemplacen al trabajo humano. No sólo se ocuparán de una parte cada vez mayor de las tareas mecánicas —como venimos observando desde la primera Revolución Industrial— también coordinarán tareas mediante la comunicación directa entre máquinas (la llamada Internet de las cosas).

Hay quienes aplauden estos grandes avances, porque darían lugar al antiguo sueño humano de liberarnos del trabajo, mientras que otros los acusan de impedir que la gente pueda sentirse realizada a través del trabajo y por cercenar el vínculo entre el ingreso y las prestaciones sociales relacionadas con el trabajo. De acuerdo con este segundo escenario, cada vez desaparecerán más empleos y eso llevará al desempleo masivo, aunque aumentará la demanda de especialistas en el diseño de procesos y productos. Los estudios sobre los probables efectos de la IA y la creciente automatización en el mercado de trabajo son, por supuesto, altamente especulativos, pero no debemos subestimar las potenciales consecuencias de las nuevas tecnologías para el empleo.

Muchos comentaristas, que temen lo peor, han propuesto un ingreso básico incondicional sin trabajo asociado para evitar un previsible empobrecimiento. De todas formas, antes de que los economistas y los responsables de las políticas comiencen a calcular los costos y beneficios de un ingreso básico general, haríamos bien en cuestionar la propia premisa de un futuro sin trabajo.

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