Anne-Marie Slaughter, a former director of policy planning in the US State Department, is CEO of the think tank New America, a fellow at the American Academy in Berlin, Professor Emerita of Politics and International Affairs at Princeton University, and the author of Renewal: From Crisis to Transformation in Our Lives, Work, and Politics (Princeton University Press, 2021).
WASHINGTON, DC – La pandemia de COVID19 podrá estar oficialmente terminada, pero igual que un cambio de agujas ferroviario, ya redirigió incontables vidas a otros caminos muy diferentes. Millones de personas nunca volverán a sus rutinas laborales prepandémicas, de modo que empleadores y empleados se ven obligados a crear nuevos modelos a la medida de unas necesidades cambiantes. Pero mientras se hacen experimentos con modelos híbridos, nos enfrentamos a una pregunta más profunda: ¿cuál es la cantidad adecuada de trabajo?
Al menos en los países desarrollados, estos desplazamientos y experimentos pospandémicos pueden iniciar una revolución del mercado laboral tan profunda como los cambios en los lugares, horarios y retribuciones del trabajo que signaron la transición de la era agrícola a la industrial.
Las modificaciones se pueden analizar en dos niveles. En el nivel macro, el horario de trabajo legal, de ocho horas al día y cuarenta a la semana, está dando paso a un nuevo equilibrio. Es probable que sea un proceso largo, si tenemos en cuenta que reducir la jornada laboral de catorce a ocho horas por día y la semana laboral de siete a cinco días en los Estados Unidos demandó medio siglo de luchas, acción sindical y experimentos corporativos.
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