BRUSELAS – La comunidad mundial de la energía está apasionadísima con la fracturación hidráulica, tecnología bastante reciente que ha abierto reservas de gas antes inaccesibles por estar atrapadas en formaciones subterráneas de esquisto. El auge de esa producción de gas de esquisto ha permitido a los Estados Unidos pasar a ser casi autosuficientes en materia de gas natural.
En cambio, Europa va claramente a la zaga. La exploración está avanzando sólo vacilantemente y la producción de gas de esquisto ni siquiera ha comenzado, lo que ha movido a muchos observadores a lamentar que Europa esté a punto de perder la próxima revolución energética. ¿Deberían estar preocupados los europeos?
Los críticos de la evidente falta de entusiasmo de Europa por la fracturación hidráulica pasan por alto dos aspectos fundamentales. En primer lugar, la geología de Europa es diferente de la de los Estados Unidos. Hay una gran diferencia entre los posibles depósitos ocultos en algún punto de grandes formaciones de esquisto y las reservas recuperables que se pueden producir económicamente.
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Following the latest G20 summit, the G7 should be thinking seriously about deepening its own ties with more non-aligned countries. If the Ukraine war drags on, and if China continues to threaten to take Taiwan by force, the G20 will be split between friends of the BRICS and friends of the G7.
sees the grouping as increasingly divided between friends of the G7 and friends of China and Russia.
To prevent catastrophic climate change and accelerate the global transition to a net-zero economy, policymakers and asset owners urgently need to rethink how we channel capital at scale. The key is to develop new financial instruments that are profitable, liquid, and easily accessible to savers and investors globally.
explain what it will take to channel private capital and savings toward sustainable development.
BRUSELAS – La comunidad mundial de la energía está apasionadísima con la fracturación hidráulica, tecnología bastante reciente que ha abierto reservas de gas antes inaccesibles por estar atrapadas en formaciones subterráneas de esquisto. El auge de esa producción de gas de esquisto ha permitido a los Estados Unidos pasar a ser casi autosuficientes en materia de gas natural.
En cambio, Europa va claramente a la zaga. La exploración está avanzando sólo vacilantemente y la producción de gas de esquisto ni siquiera ha comenzado, lo que ha movido a muchos observadores a lamentar que Europa esté a punto de perder la próxima revolución energética. ¿Deberían estar preocupados los europeos?
Los críticos de la evidente falta de entusiasmo de Europa por la fracturación hidráulica pasan por alto dos aspectos fundamentales. En primer lugar, la geología de Europa es diferente de la de los Estados Unidos. Hay una gran diferencia entre los posibles depósitos ocultos en algún punto de grandes formaciones de esquisto y las reservas recuperables que se pueden producir económicamente.
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